¡Zacataplún! y empieza el sabotaje...

No puede fallar. Tan pronto se aproxima la fecha en que uno tiene que ponerse serio para el entrenamiento, y ¡zacataplún!, va uno y se lesiona, pareciera como que si a propósito.

En diciembre fue que si la fractura del muslo, y después con que y que no podía correr sino hasta finales de abril. Bueno, no importa porque el maratón no es sino hasta octubre. Hay tiempo. ¿Y qué crees tú que pasa entonces? Llega mayo, uno mete dos o tres corriditas paupérrimas ahí, y cuando uno menos se lo espera, ¡zacataplún!, va uno y mete la proverbial pata, y ahora queda uno con un tobillo torcío, del tamaño de una toronja, que ni lo deja a uno ponerse el zapato de costumbre. Por ahí anda uno dando lástima caminando con muletas por todos lados, lamentándose del nuevo incidente que le impide a uno demostrar su verdadera naturaleza de atleta. Es que todos sabemos que en circunstancias normales no hay ¡zacataplún! que valga. A correr se ha dicho, y por allí pasa uno, cual gacela veloz (o por lo menos así se imagina uno a uno mismo así) dejándole el pelero a todos. Pero ya saben cómo es la cosa, "el doctor dijo que descanso, hielito ¡y nada de ejercicio!"

Vamos a dejarnos de zoquetadas. Todos sabemos lo que está pasando en realidad: lo que pasa es que uno está más gordito de lo que debiera, que uno es 10 años más viejo que la última vez, que con dos muchachos encima, no queda ni tiempo ni mucho menos la energía, y que solamente de pensar en los próximos 5 meses de duro entrenamiento en medio del verano Marylandiano (¿o será Marylandés?), a uno lo que le da es gana de echarse al lado de la piscina con un buen libro en una mano y un piña colada en la otra. No es de extrañar que entonces el subconsciente haga las mil peripecias para que uno consiga las formas más gafas de lesionarse, cosa de tener una buena excusa.

Pero no hay marcha atrás. La cosa ya está pagada y en el calendario. Gústele a quién le guste no hay ¡zacataplún! que valga. El próximo lunes comienzo el entrenamiento. Ahora sí, de verdad verdad... en serio.