Friday, September 3, 2010

Que te puedo decir...

El destino de un país depende de cada uno de sus ciudadanos. El país entero implora por un cambio, pero los cambios de gran magnitud sólo se dan si cada persona, cada individuo, cada una de las células fundamentales de ese organismo que es el país, está dispuesta a cambiar. A diferencia de la creencia popular, los grandes cambios no se dan a gran escala ni en rimbombásticos eventos, sino que se inician dentro de cada persona. Es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el ojo propio. Es más fácil asignar culpas que asumirlas.

Es posible que este 26S sea todo lo que los venezolanos esperamos, y mucho más. Pero también es probable que no. La única forma de saberlo es si cada persona capaz de votar toma acción y elige conscientemente ejercer su derecho a votar. No debemos ver la fecha como un todo o nada, sino más bien como el inicio de "¿y ahora qué más podemos hacer?".

Si de verdad queremos que haya un cambio, tenemos que cambiar nosotros mismos. Y eso va con todos, con los que están allá, y con los que hace tiempo ya no vivimos allí, con los creemos tener la conciencia limpia, y con los que sabemos que no lo está. Por mi parte, ya que mi voto no cuenta desde estas lejanas fronteras, mi primer cambio consistirá en dejar de sentirme avergonzada por mi país. Está en mis manos educar a mis vecinos de que Venezuela no se reduce a los últimos 12 años. Queda de mi parte, con mi ejemplo y mi conducta, demostrar que Venezuela produce algo infinitamente más valioso que el petróleo: gente honesta, digna y honorable.